EL USO DEL PODER José María. Gómez-Oliveros, Notario de Burgos
Al final está explotando. Lo que viene gestándose, desde hace años, comienza a expandirse de forma decidida. Dicen de los sabios que se caracterizan por la duda permanente, el no estar seguros de su verdad, mientras ésta no sea demostrada de manera definitiva. Los representantes de notarios y registradores .no deben ser sabios. La cautela, la mesura, el talante son cualidades que también se consideran como atributos del sabio. Estas cualidades son perfectas compañeras de todo aquél que es responsable de intereses generales. Saber medir, conocer la amplitud del campo, ser conscientes de la realidad y sus márgenes, lo adecuado y lo exagerado. No, los responsables de notarios y registradores no tienen esas cualidades. Los sistemas democráticos, para no degradarse, exigen que los detentadores del poder no olviden nunca que lo tienen prestado, que no es suyo. Esta circunstancia es del más alto interés. La democracia puede ser un simple vestido de la muñeca o representar, auténticamente, una realidad. Se dice que los notarios y registradores son representados a través de sistemas democráticos. Es cierto que el de los segundos parece responder a un sistema más directo que el de los primeros; pero en ambos casos se está faltando al respeto de los representados de modo grave. Me atrevería a asegurar que la mayoría abrumadora de los profesionales que forman ambos cuerpos querrían encontrar un camino conjunto para seguir dando el servicio que hasta ahora se ha prestado. La labor notarial es conocida en el Registro a la perfección y a la inversa exactamente igual. Por lo tanto el mensaje es corrosivo: no debe servir para mucho la Notaría cuando es criticada con intensidad desde el Registro; o algo debe pasar en el sistema actual del Registro para que sea tan menospreciada por los órganos de representación de los notarios. No hacen falta mayores explicaciones para el externo. El mensaje está dado. Sin embargo, mayoritariamente, los miembros de los colectivos profesionales afectados no se sienten identificados con ideas de fuerte desajuste entre Notaria-Registro y realidad. Si el servicio fue históricamente bueno, mejor lo es en la actualidad, ante una economía desarrollada, que provoca una actividad frenética, donde la seguridad jurídica preventiva juega un papel importantísimo. La Notaría es imprescindible, pero el Registro también. Y ambos, como mejor están configurados, es bajo el esquema de la tradición romano-germánica, que ha permitido un sistema de vacunación jurídica con enormes ahorros en costes de transacción. Cuando se ha pretendido estudiar los posibles solapamientos entre las actividades de notarios y registradores se ha concluido que no son de importancia, como señalaba hace poco el actual Ministro de Justicia. Ese es el primer paso para entender que, en todo caso, Notaria y Registro deben estar abiertos al planteamiento de constantes propuestas de renovación, que son imprescindibles para que las instituciones sean válidas en cada momento histórico. Es decir, no se debe negar, en ningún momento, la posibilidad de adaptación, pero no picar ante la crítica sin fundamento o escasamente justificable. Las instituciones no deben reaccionar con miedo. Las instituciones en las que recae la seguridad jurídica preventiva pertenecen al Estado, son públicas o, como dije en otro lugar, son bienes públicos. Por lo tanto su tutela corresponde a quiénes ostentan el poder público. El debate, la negociación, la búsqueda de nuevas líneas debe hacerse con aquellos que nos tutelan; pero también es cierto que a ellos habrá que demandarles que su aproximación a este sector sea constructiva, sin prejuicios o limitadas construcciones teórico-políticas. No obstante, a quien corresponde el mayor respeto es a los agentes de la fe pública, de la publicidad registral, pues son detentadores de una función pública destinada al servicio de la colectividad ciudadana y no para mejor solaz y esparcimiento de sus concesionarios. Y no digamos que nivel debe tener el respeto de los representantes colegiales, cuyo principal fin debe ser el mantener la misma función que la Real Academia de la Lengua tiene con ésta. Nada puede venir de nuestros representantes que adelgace la credibilidad de nuestras instituciones, pues, en otro caso, nos estaríamos convirtiendo en perversos actuantes en una pieza sabedores de la falta de idoneidad, y esto no es aceptable en una sociedad democrática. Quiero terminar pidiendo, de nuevo, que se reestructure el sistema organizativo notarial, de forma que permita a las voces mayoritarias ser representativas del sentir común y evitemos que, al albur de no sé que pactos, la democracia del embudo siga haciendo sentir a la mayoría que está viendo el partido desde la grada. Quiero terminar pidiendo que se eviten radicalmente actuaciones que permitan pensar a los ciudadanos que a notarios y registradores nos interesa más nuestro sustento que la función que desempeñamos.
J. M. Gómez-Oliveros Notario de Burgos
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