Compendio de artículos de Daniel Iborra

Admin, 12/06/2015

1.-  ¿COMO PODEMOS QUEJARNOS DE LOS POLÍTICOS SI LOS HEMOS ESCOGIDO NOSOTROS?

¿Por qué nos escandalizamos, ahora, de los aeropuertos sin aviones, las autopistas sin vehículos y tantas infraestructuras inútiles y no lo hicimos antes de su construcción, cuando aún estábamos a tiempo de evitarlo?

¿Por qué nos quejamos de la falta de competencia de tantos dirigentes políticos si aceptamos su nombramiento para desempeñar funciones en las que no estaban capacitados, sin hacer ninguna crítica?

¿Por qué les confiamos la gestión de nuestros impuestos y no vigilamos su gasto?

¿Por qué nos quejamos de la corrupción generalizada si permitimos a los políticos que ganaban las elecciones que se repartieran el Estado como un botín, como si estuviéramos en la Edad Media y no como en los países democráticos avanzados, en los que se considera que el Estado es de la sociedad y los políticos son servidores públicos y gestores de dinero ajeno?

 ¿Por qué no sospechamos que los políticos puedan tener objetivos egoístas y contradictorios con los intereses generales y que esta tendencia se agudiza en sociedades poco diligentes y maduras que descuidan su control?

¿Por qué les seguimos en sus proyectos y sueños, que sólo ellos se benefician, sin exigir que nos aclaren el camino, los riesgos que pueden recaer en nosotros, el destino final y lo que nos va a costar ya que, como se ha demostrado reiteradamente, acabamos siendo los únicos “paganos”?

¿Por qué dejamos que los verdaderos responsables del déficit público, del paro, de la ruina de tantas instituciones y sectores y de las deficiencias de los servicios sociales, encabecen las manifestaciones de protesta contra las mismas?

¿Por qué confiamos que resolverán el grave problema del paro los que reiteradamente han demostrado en sus anteriores gestiones que no lo hicieron?

 ¿Por qué tienen que llevar bien la gestión pública de las empresas de una economía los que no pueden demostrar que hayan triunfado en ninguna?

¿Cuando aprenderemos, de una vez, que el destino económico de una empresa y el futuro de sus trabajadores y socios no dependen del reparto de poder entre los apoderados, gerentes y administradores, sino de la calidad de la producción? ¿Alguien confiaría en una empresa en la que la principal preocupación de sus gerentes es su ambición personal y no la satisfacción de sus clientes?

¿Cuándo reservaremos el nombre de progresistas a los políticos que hacen progresar el nivel de vida de sus pueblos y no sólo el de ellos? ¿ Quienes son más progresistas y quieren más a sus pueblos, los actuales dirigentes venezolanos que llenan las calles de grandes muchedumbres, entre banderas y cantos patrióticos, mientras dejan desabastecidas las estanterías de sus ciudadanos de bienes y servicios necesarios y de libertades fundamentales o los discretos políticos chilenos que no buscan enemigos exteriores para sus problemas porque han concluido que es el camino del esfuerzo, de la calidad educativa y la formación laboral y del cumplimiento de las leyes y obligaciones el único que puede hacer realidad las promesas políticas?

Y, finalmente, ¿no es un buen momento para exigir a los gestores públicos y para las situaciones de malversación y apropiación de caudales públicos, de negligencia e incompetencia grave y de incumplimiento fraudulento de compromisos sociales, un ámbito de responsabilidad semejante a los que ellos aplican a los ciudadanos?

Aunque, si ante los graves problemas económicos y sociales no reconocemos nuestra responsabilidad en la elección y en la vigilancia de los gestores públicos y descargamos nuestra ira en los que hemos escogido y les insultamos indiscriminadamente sin valorarles su dedicación personal, que en muchos casos es desproporcionada, les retiramos la compensación económica que corresponde a su verdadera valía y ocupación y les exigimos tanta responsabilidad ¿Estamos seguros que estamos allanando el camino para que en el futuro se dediquen a la política los mejores? ¿No nos estaremos equivocando nuevamente?

 Un día, un amigo alemán, alarmado por el nivel de corrupción y de incompetencia política nuestra me dijo que, en Alemania, saben que estas cosas no pasan por casualidad y que se reproducen y amplían por la desidia y falta de diligencia de la ciudadanía y de sus entidades sociales más representativas. Y me dejó la siguiente recomendación: En la política, la confianza es buena pero el control es mejor

Vilafranca del Penedès ( Barcelona )  28 de octubre  de 2.014.

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