Compendio de artículos de Daniel Iborra

Admin, 12/06/2015

5.-  ¿NUESTRA INSOLVENCIA FUE FORTUITA O CULPABLE?

 

“El presupuesto debe ser equilibrado, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y las ayudas a los países extranjeros debe ser cercenada para no ir a la bancarrota. La gente debe aprender, nuevamente, a trabajar en lugar de vivir a costa del Estado” (Cicerón, año 55 antes de Cristo).

 

El nivel de vida de los pueblos de la Unión Europea, sin soberanía monetaria, depende de su renta y esta del éxito de su producción en los mercados.

Los pueblos que gastan más de lo que producen necesitan financiación y nadie da préstamos a los que no demuestran que generan ahorro para devolverlos o cuentan con patrimonio para ello ni hace inversiones donde no prevea un beneficio.

Para equilibrar los gastos con los ingresos hay dos vías, ampliar la capacidad productiva que genere rentas para mantener el nivel de vida o esperar que los ajustes del gasto interior lo decidan los prestamistas en el momento de aprobar nuevos préstamos o renovar los anteriores.

Es la calidad de la producción la que determina el nivel de vida de los ciudadanos, el número y la retribución de los trabajadores, asegura el Estado del bienestar y hasta la estabilidad y satisfacción política de la población.

Y por el tipo de producción que tenía, España era como un agricultor, inicialmente elaborador de productos de poco valor pero que, sorprendentemente, va haciendo cada vez mejor y con mayor éxito internacional, un mayor tipo de bienes y actividades complejas y de mayor valor añadido.

Y un agricultor no es un señor que los fines de semana se va a Londres o París , comprando  por  pares los productos, va en un AUDI o en un BMW y no acostumbra a pasar sus vacaciones en playas de moda o en cruceros de lujo.

Por eso, los prestamistas y las organizaciones y entidades internacionales nos ven, ahora, como gente seria que no pierde el tiempo en protestas como en Grecia ni hecha la culpa de lo que le pasa a un enemigo exterior, sino que se ha dedicado a ajustar su nivel de vida y a mejorar su capacidad de producción, lo que le permite cubrir sus gastos y con ello, soñar en que podrá devolver sus deudas.

El día que hagamos productos de mayor valor, seremos más ricos, tendremos trabajo más cualificado y remunerado y podremos devolver antes lo que debemos y vivir mejor.

Sin tener en la sangre estas bases los pueblos están condenados a repetir sus crisis y al riesgo de quedar seducidos por estafadores políticos que aprovechándose de la buena fe de la ciudadanía ofrecen soluciones “sin esfuerzo”  y “ sin acreditar su financiación “ para los problemas sociales, Son como los vendedores de productos tóxicos o fraudulentos que llevaron a la ruina a amplias capas sociales que se dieron cuenta , demasiado tarde, que la inversión , como la política, sólo ofreció beneficios a quien les estafó .

La crisis ha evidenciado la indefensión del consumidor  frente a la gestión pública. Es de las pocas actividades que no se juzga la incompetencia como responsable directa de la ruina social. Espero volver sobre el tema próximamente.

 

“No es que éramos ricos, es que nos prestaban dinero como si fuéramos y como si lo pudiéramos devolver”.

 

La situación de insolvencia se desató por las facilidades del sistema financiero en un momento de exceso de liquidez internacional y  bajos tipos de interés. Pero comprábamos con préstamos no con renta propia.

Y el dinero no lo empleamos para potenciar y mejorar nuestra capacidad productiva (el sector industrial continuó abandonado) sino, fundamentalmente, se centró en el sector inmobiliario,  hasta crear un burbuja explosiva y en mantener un desproporcionado gasto privado y público sin que mereciera la atención de nuestros gestores públicos que al  no hacer un diagnóstico adecuado, las decisiones que tomaron  fueron catastróficas.

 Parecían vivir como si la crisis no existiera. Como ejemplo, todos los sectores públicos  continuaron ensanchando sus plantillas de empleados públicos, sus gastos e inversiones, sin freno y a pesar de la reducción de ingresos fiscales. Según un estudio de FUNCAS sobre el empleo público en España , las Administraciones Públicas crearon 244.000 nuevos puestos de trabajo desde el tercer trimestre de 2.007 hasta el mismo período de 2.010 , en el período central de la gran crisis: la Administración Central 59.000, la Autonómica 195.000 y la Municipal, 22.900.

Un gestión solvente y al servicio exclusivo del interés general, hubiera potenciado la capacidad productiva, intentando compensar la previsible reducción del peso de la construcción con una política activa de robustecimiento de los sectores productores de bienes y servicios, con el objeto de que la facturación no se resintiera y continuara manteniendo el nivel de empleo y de protección social y hasta de los ingresos públicos.

Porque, sin ello, tendríamos que afrontar una deuda descomunal con uno de los motores principales del crecimiento y del empleo en liquidación, como ocurrió.

Este deterioro se incrementó por la reducción de liquidez y la incertidumbre que generó la crisis internacional.

Es decir, los factores externos aceleraron y profundizaron un proceso de ajuste que se hubiera producido de todas las maneras.

 Por lo tanto, fueron responsables de la actual situación de insolvencia los que no tomaron ni impulsaron  iniciativas para mejorar la competitividad del sector productivo, equilibrar las finanzas públicas, controlar el sobreendeudamiento del sector público y privado, la sobredimensión del sector de la administración y especialmente del autonómico ,  la sobreproducción de viviendas .. que fueron las causas del actual estado de deterioro político, social y económico. Vilafranca del Penedès, 29 de enero de 2015.  

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