José Antonio García Vila, un sentido adiós

vesquirol, 18/03/2025

UN SENTIDO ADIÓS A JOSÉ ANTONIO GARCÍA VILA

 

El pasado día 2 de marzo nos dejó José Antonio Garcia Vila, notario de Barcelona.

Su inesperada muerte ha conmocionado a todos aquellos notarios y registradores que hemos tenido el placer de conocerle.

Colaborador habitual de notariosyregistradores.com, se incorporó al notariado desde la carrera judicial por la plaza de Carlet, Valencia, (donde sucedió al autor de esta nota), desde la cual preparó y ganó brillantemente las oposiciones restringidas. Tras ejercer durante unos años en Sabadell, accedió a Barcelona, donde ha ejercido una brillante actividad no solo como notario, sino también como articulista y conferenciante, junto con una intensa actividad corporativa.

El consejo de redacción de notariosyregistradores.com ha solicitado una semblanza de su persona a aquellos notarios que más le conocieron, sus íntimos amigos y compañeros de despacho en las plazas de Sabadell y Barcelona. He aquí el sentido texto que, pese al dolor por su pérdida, tenemos la satisfacción de publicar.

IN MEMORIAM JOSE ANTONIO GARCIA VILA

Hay personas que dejan huella; y otras como José Antonio, que no sólo dejó huella; sino que marcó un antes y un después en la vida de quienes tuvimos la suerte de conocerle y compartir despacho con él.

Si alguna vez te cruzaste con él, seguro que te saludó con su inconfundible: “Buenos días, buenos días”. A cualquier hora. Daba igual que fueran las ocho de la mañana o las diez de la noche. Era su manera de estar presente, de recordarnos que él siempre estaba ahí, disponible para lo que hiciera falta. Una vez le preguntaron por qué lo decía incluso cuando ya era de noche. Sonrió y respondió: “Son cosas mías”. Y claro, era imposible no sonreír con él.

José Antonio era de esas personas que no sabía lo que era estar sin hacer nada. Si no estaba atendiendo a un cliente, estaba estudiando, pensando, escribiendo o llamando a algún amigo, aunque sólo fuera para asegurarse de que todo iba bien. Tenía una mente brillante y una pasión infinita por el derecho. Cuanto más complicado era un asunto, más lo disfrutaba. Para él, no había mayor placer que desentrañar el enigma de una norma, darle vueltas, analizarla desde todos los ángulos y llegar a la solución más justa.

Era un jurista como los de antes, un notario de los que ya no quedan. Sabía de todo, pero no se lo creía. Preguntaba la opinión de los demás, no porque no tuviera clara la respuesta, sino porque quería hacernos sentir valorados.

Nos enseñó sin imponernos nada, guiándonos con generosidad y con ese respeto que solo tienen los verdaderos sabios.  Y con paciencia, con pasión, con esa manera suya de hacer que el derecho pareciera más sencillo de lo que realmente es. Porque tenía un don: explicaba lo complejo con la claridad de quien lo domina de verdad

Y así nos ilustró con sus trabajos, si se debía ser monista o dualista. Neno, estáte tranquilo, somos monistas convencidos; sabemos que escribiste todo para hacernos ver qué si alguna vez dudábamos en pasarnos al dualismo, tras leer tu trabajo, nunca más lo volveríamos a hacer. El único dualismo posible era el tuyo, como Magistrado y como Notario que eras.

Y siguió estudiando temas, y a la vez escribiendo libros como el de los legados y el problema del legado de cosa ajena, que resolvía con naturalidad en cada testamento que autorizaba. Y qué decir de su precisión con la ejecución hipotecaria, y la venta extrajudicial notarial, que encaraba procesalmente con tanta naturalidad que asustaba.

Podríamos seguir con infinidad de materias, como la reanudación del tracto sucesivo interrumpido, el ius delationis y el derecho de transmisión, la georreferenciación de la finca registral, los procedimientos de los artículos 199 y del 201 de la Ley Hipotecaria, los posibles conflictos de intereses en los órganos de administración de las sociedades mercantiles, y otras tantas materias imposibles de enumerar y de las que nos instruía en sus charlas y conferencias.

Su último trabajo, la condición resolutoria, quedará en el tintero. A sus amigos nos explicaba su visión, su avance en el estudio y cómo una sentencia recién descubierta por él del Tribunal Constitucional le daba al traste con la línea doctrinal que estaba construyendo. Lógicamente no podíamos aportar nada, sólo escucharle, aprender y disfrutar viendo su pasión por el derecho.

José Antonio no solo era un notario excepcional, era también un Magistrado en el mejor sentido de la palabra. No interpretaba la norma porque sí, sino porque buscaba la justicia. Si algo no le cuadraba, no se conformaba, le daba vueltas hasta encontrar la manera de aplicarla con lógica y equidad. Como buen Magistrado, conocía todas las sentencias, desde las Audiencias Provinciales hasta el Tribunal Supremo; la doctrina la devoraba con cientos de libros y autores, que tenía en su cabeza almacenados y que dejaban pequeño al mejor Chat GPT que pueda cualquier humano inventar. Y luego llegaba la aplicación de la norma al caso concreto, y en eso era fino y preciso. Su visión como Magistrado le impedía deformar una norma o interpretarla en sentido injusto. Siempre buscaba el sentido que considerara más justo. Tenía que resolver como Notario el problema y darse a sí mismo como Magistrado, la aprobación a la resolución a la que había llegado, porque esa interpretación era la justa y por tanto la que debía sostener.

Y esa pasión por la justicia la llevaba hasta el extremo. Le incomodaban los errores jurídicos. Si veía uno, “¿Estamos locos o qué?” te podía soltar sin miramientos. Pero detrás de esa energía arrolladora había un corazón enorme, el mismo que dejó de latir y nos privó de su presencia y su bonhomía.

Trabajar con José Antonio era un privilegio. Un torbellino, sí, pero un privilegio. Siempre estaba ahí, siempre dispuesto a ayudar. Nunca fallaba. Y, por si fuera poco, tenía ese don extraño de hacerte sentir importante, aunque estuvieras a años luz de su conocimiento. Porque sí, podía ser el jurista más brillante que hayamos conocido, pero nunca menospreció una opinión ni impuso su autoridad intelectual. No os podéis imaginar lo halagador que era ver cómo respetaba tus razonamientos, y lo bonito que llegaba a ser ejercer nuestra profesión, tal y como la entendía él.

José Antonio nunca fue muy aficionado a los deportes. De hecho, le costaba entender cómo alguien podía perder el tiempo viendo varios partidos a la semana. Pero el golf… el golf era otra historia.

Era su refugio, su momento de desconexión, su gran pasión. En el campo de golf, con los amigos y compañeros del NOYRE (Notarios y Registradores), encontraba una felicidad difícil de describir. Daba igual que siguiera sin saber jugar una bola al “fade”, él seguía practicando, tomando clases semanalmente y disfrutando de cada golpe, cada recorrido, cada charla entre hoyo y hoyo.

Si hay algo que le importaba por encima de todo, era su familia. Su esposa, sus hijos, su nieto, sus amigos, su perro… Él no entendía la vida sin ellos.  Su concepto de familia iba mucho más allá de los límites de la sucesión intestada y hacía suyas las tristezas y alegrías de todos ellos viviéndolas como propias.

Era un amigo de los que ya no se encuentran. De esos que no necesitan grandes palabras para demostrarte que están ahí. De los que te dan todo sin esperar nada a cambio.

Gallego hasta la médula, con esa mezcla de terquedad y ternura que sólo ellos saben manejar, tozudo como un aragonés, afable como pocos. Amaba su tierra, sus raíces y su gente. Y ahora descansa en Santiago, capital de su patria chica.

Hay despedidas que no deberían llegar nunca, y la de José Antonio es una de ellas. Porque él no solo era un notario brillante, un jurista de los de antes, de los que sabían todo sin darse importancia. Él era sobre todo, un compañero, un amigo, un hombre bueno.

José Antonio, amigo, maestro, compañero… Nos dejas un vacío imposible de llenar. Pero también nos dejas un legado inmenso. No sólo en el derecho, sino también en nuestras vidas.

Se nos va un sabio, un sabio que nunca fue consciente de la realidad de su conocimiento, un sabio que nunca usó su saber para imponerlo por su autoridad intelectual. El silencio atronador de tu despacho se hace desolador. Cuídanos desde donde estés, que sabemos que lo harás, porque en eso también eras de matrícula de honor. Descansa en paz Neno.

   AUGUSTO ARIÑO

   SALVADOR BARÓN

   JUAN GÓMEZ

   AMADOR LÓPEZ

   MANUEL MOLINS

   LUIS SAMPIETRO

   JOSE VICENTE TORRES

 

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Nuestros lectores opinan

  1. Admin

    De Álvaro José Martín Martín
    Registrador Mercantil de Murcia y abogado no ejerciente del Colegio de Abogados de Avila
    Me entero por NyR de la inesperada muerte de José Antonio García Vila y me parece de justicia que sea en estas páginas donde quede constancia de mi pesar y de mis condolencias para su familia y para sus compañeros más próximos, que le han dedicado aquí un emocionante obituario.
    Coincidí con Jose Antonio dos veces: la primera cuando le destinaron al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Arenas de San Pedro que es, precisamente, donde yo ejercí como abogado desde 1980. Nos presentaron amigos comunes cuando pasé por el Juzgado en 1982, recién terminada mi oposición, para saludar y tuvimos ocasión de hablar después largo y tendido sobre muchas cosas. Me causó una magnífica impresión su interés por empaparse de la realidad de un pueblo castellano/extremeño, como es Arenas, siendo como era un gallego de pro que, presumiblemente estaría allí poco tiempo, de hecho ascendió a magistrado en 1983 y cambió de destino, dejando un magnífico recuerdo entre los abulenses. La segunda vez que nos encontramos fue en Madrid, en la Plaza del Callao. Yo salía de tomar temas en Costanilla y él me contó, pidiéndome reserva, que estaba preparando notarías, lo que no me cupo duda de que conseguiría, así se lo dije, porque se veía de lejos su capacidad.
    He seguido después atentamente sus comentarios en notariosyregistradores, la mayor parte de las veces coincidiendo con su criterio, discrepando las menos, pero siempre apreciando la profundidad de sus argumentos y la brillantez con que los exponía sin menosprecio del oponente (recuerdo ahora el prolongado duelo de gallegos con Lino).
    Le echaré de menos, como todos los lectores de notariosyregistradores.
    Descanse en paz.

  2. ANTONIO LONGO

    Qué bonita semblanza y qué acertada. Imponente en su saber y cercano y cariñoso en transmitirlo. Nunca dejaremos de añorarle. Descanse en Paz.

    1. Jagesnotario

      Conocí a José Antonio, a traves de mi primo, Jaime de Motta García-España, entonces notario de Rubí, en 1997, me ayudó a preparar el dictamen de las oposiciones de Sevilla, en el cual no supe como emfrentarme a la ya famosa sociedad fresera, ante ello se ofreció a ser mi preparador para teóricos, me abrio las puertas de su casa, su familia y su sabiduría, de el aprendí que realmente el funcionamiento de las instituciones jurídicas, erá una mente prodigiosa para el derecho, aun le recuerdo cada vez que ibamos a examen, diciéndome Neno, así me llamaba, no puedes fallarme, y así fue, soy lo que soy gracias a el, y eso nunca se olivida, gratitud, cariño y admiracion es lo que me quedó de aquella etapa, al final como le decía el otro día a María, su mujer, José Antonio nos ha dejado una huella imborrable. Adios maestro, siempre permanecerás en mi corazón.

      Javier García-España Serra, Notario de Cullera (Valencia)

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