Daniel Iborra Fort, Notario de Vilafranca del Penedes
ESPAÑA, ¿ES, ACTUALMENTE, UN PAÍS CORRUPTO O ES “UNA COSA DE LA PRENSA”?
“A mi siempre me habían enseñado que era fundamental para una democracia tener una prensa independiente, solvente y honesta”
1- ¿POR QUÉ UNAS DEMOCRACIAS TIENEN MÁS CORRUPCIÓN QUE OTRAS?
Aunque parezca un poco extraño a quienes confían, todavía, en la fiabilidad de nuestros medios de información en relación a sus denuncias de corrupción en este país, según el Índice de percepción de la corrupción en 2014 (175 COUNTRIES, 175 SCORES), España ha mejorado 3 puestos pasando del 40 al 37, de los 175 países analizados. El primero es Dinamarca y detrás de nosotros están países próximos como Grecia e Italia, en el 69 y entre los últimos 15 más corruptos, están los “mediáticos”, Venezuela, en el 161 y Corea del Norte, el último con Somalia.
Si repasamos los países incluidos en la relación, comprobaremos que no todos los países con democracia están agrupados en los primeros lugares.
En un artículo publicado en EXPANSIÓN, el 18 de marzo de 1.994, en base a las reflexiones de Octavio Paz sobre los sistemas políticos del tercer mundo, concluíamos que “la democracia es un instrumento que ofrece tantas caras como grados de desarrollo tengan los países donde está implantada. En las democracias de los pueblos poco desarrollados se dan, a menudo, características negativas que no se encuentran en las democracias maduras.
Desplazado el centro de la decisión política a la colectividad, la capacidad y la calidad del control de la gestión pública quedarán condicionadas por el bajísimo nivel de renta y de cultura de la población.
Dos notas diferencian las democracias de los países más desarrollados de los países del tercer mundo:
1- La relación neutra entre el Estado y los ciudadanos, garantizada por la existencia de un Estado de Derecho que trata a todos por igual. En el momento que los ciudadanos se encuentren discriminados por el Estado, a causa de sus ideas, nos encontraremos ante un sistema democrático falsificado, ya que gran parte de las libertades quedarán cercenadas por este abuso de poder.
2- La concepción que del Estado tenga la clase política dirigente. Mientras que en los sistemas políticos del tercer mundo las clases dirigentes consideran al Estado como su propiedad privada, en las democracias maduras, el Estado es de la sociedad y los políticos son servidores públicos y gestores de dinero ajeno. De manera que, si desvían hacia finalidades particulares o partidistas dinero común, la sociedad les retira la confianza política y les aplica un severo correctivo legal.
De ahí que la corrupción no sea extraña en la democracia de las sociedades poco desarrolladas mientras que los políticos corruptos son habitualmente separados de la política por las sociedades en las democracias maduras”
Pero, para ello, ha de cambiar el concepto de la lucha política de la sociedad. Si esta continúa pensando que, el que gana las elecciones tiene derecho a apropiarse del Estado como un botín de guerra como lo hacían los ejércitos en los períodos predemocráticos, la corrupción no quedará definitivamente erradicada.
Y si todos los partidos participan de esta practica medieval, la corrupción se hará crónica. Los que la critican intentarán hacerse con el botín en el relevo de la clase anterior y la ciudadanía asistirá perpleja a que lo único que ha cambiado es el perfil y el número de beneficiarios.
2-¿POR QUÉ CUANDO HABÍA TANTA CORRUPCIÓN, LA GENTE NO LO PERCIBÍA?
En el camino a la eliminación de la corrupción que estamos recorriendo de una manera más rápida de lo que percibimos, ayudaría mucho que cambiaran radicalmente de actitud los sectores de la información que han tenido un comportamiento profesional decepcionante sobre todo durante el período de la burbuja inmobiliaria, donde estuvo el epicentro de la reciente gran crisis y la corrupción.
Como muestra la tenemos en el texto que publicó la revista Capçalera del Col-legi de Periodistes de Catalunya de junio de 2013.” EL COLOR DE LA CORRUPCIÓN “, de Pablo Rey Mazón, en base al estudio de las portadas de los principales periódicos españoles. De esta publicación hacemos un pequeño resumen:
“Las portadas, son el lugar donde los periódicos condensan la información más importante del día. Las portadas del día siguiente están presentes en los informativos nocturnos de noticias de televisión y radio y en las conversaciones de Twitter de madrugada .La selección de noticias y su enfoque en portada configuran su línea editorial más casi que su línea editorial oficial”.
A través de estas portadas se llega a la conclusión de las grandes diferencias que recibe la misma corrupción y durante idéntico período (del 4 de enero al 8 de febrero de 2013) en los diferentes medios.
Porcentaje de superficie que cada periódico dedica por partido/institución sobre el total de artículos de dicho periódico sobre corrupción durante el periodo estudiado.
“EL PAIS, dedica a la corrupción de media por día un 23%, con la siguiente distribución: un 80% para el PP y el resto se reparte un 20%. El rojo del PSOE, no aparece por ningún lado.
EL MUNDO, le dedica un 43%, al PP un 50%, 20% CIU y al PSOE, un 13%.
ABC, le dedica un 33%, con un amplio porcentaje dedicado al PP pero, en su mayor parte, para defenderlo.
Los periódicos catalanes tienen un menor espacio para la corrupción.
LA VANGUARDIA, un 18%, 75% al PP y el 25% repartido entre el resto.
Y, EL PERIÓDICO, le dedica a la corrupción un 22%, al PP el 50%, el 30% a CIU y un 5% al PSOE.
La conclusión no puede ser más crítica para sus compañeros de profesión “casi todos dejan de cubrir o lo hacen pero dedicándoles menos espacio, los casos de los partidos “amigos” o más afines. Sólo un ciudadano bien informado, con una dieta informativa que incluya todos los colores podrá escapar de la visión partidista de un sólo periódico”
En un artículo posterior “Cuando despertó la corrupción todavía estaba allí”, ratifica el tratamiento selectivo de la corrupción en la prensa, ampliándolo y adaptándolo a un periodo posterior (2013 vs abril de 2014), pero hay un tema que me ha merecido interés :el de la correspondencia entre el tratamiento informativo y la percepción de la corrupción como problema y llega a la conclusión “ que se puede apreciar una cierta correlación (que no es casualidad) entre la cobertura en las portadas y la percepción de la corrupción como problema, al menos hasta julio de 2013”.
El Instituto de Economía de Barcelona de la Universidad de Barcelona, elaboró un trabajo sobre este tema, “La percepción de la corrupción en España sube 10 puntos durante la crisis” (actualizado el 16 de junio de 2015) .El estudio asegura que “ la crisis no ha hecho aumentar la corrupción, sino que le ha dado visibilidad..” y recuerda que, según el CIS, un 50% de la población considera que la corrupción es uno de los tres principales problemas del país mientras que hasta octubre de 2.009, sólo el 1% percibía la corrupción como un problema. El informe advierte sobre el fenómeno de desafección política que causa la alta percepción de la corrupción y asegura que los alcaldes implicados en casos de corrupción sufren una pérdida media de entre el 4% y el 6% de sus votos , un porcentaje que crece hasta un 14’5% , cuando hay cobertura mediática.
Además de las herramientas de transparencia (Ejm Portal de Transparencia, 2014), los autores del informe consideran “indispensables” para prevenir la corrupción, la existencia de medios de comunicación activos y la consolidación de un poder judicial independiente.
Pero, el trabajo que hemos seleccionado por su alto interés es el publicado por el Catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos I, Manuel Villoria y el profesor de la Universidad de Murcia, Fernando Jimenez .De este hemos tomado unas notas recomendando su lectura total, “La corrupción en España (2004-2010): datos, percepción y efectos “(Reis 138-abril-junio 2012).
La solución de la corrupción es esencial para la promoción del desarrollo económico, la calidad de la democracia y la justicia social.
La imagen de integridad y eficiencia de los gobiernos es un factor muy importante no sólo para la confianza y la calificación internacional del país y la atracción de inversiones sino, además, a efectos internos para la consolidación del sistema democrático y el respeto a las leyes y a los gobernantes y el buen cumplimiento de las obligaciones ciudadanas.
A pesar de las dificultades para medir la corrupción pública, hay dos grandes sectores, la de los responsables políticos (corrupción política) y la de los funcionarios o empleados públicos (corrupción administrativa).
En cada nivel de gobierno existen unas áreas de riesgo. En el nivel central, la captura de las grandes decisiones económicas del Estado, especialmente en el ámbito regulatorio, espacio que puede compartir por nuestra descentralización, con las Comunidades Autónomas. Junto a ello, el área de riesgo fundamental, son los grandes contratos de infraestructuras y las subvenciones. Junto a lo anterior, para las Comunidades Autónomas hay un área de enorme riesgo, la regulación urbanística. Finalmente, en el nivel local, las áreas de riesgo se centran, sobre todo, en la contratación, en la concesión de licencias y en la gestión urbanística.
En cuanto a la medición, es también difícil pues, actualmente, hay más de 15 instrumentos de medición. En una estimación basada en las memorias de la Fiscalía General del Estado en el año 2010, de las casi 4.000 diligencias relacionadas con delitos contra la Administración Pública durante el periodo 2004 al 2009, es muy probable que apenas un 10% hayan llegado o lleguen a convertirse en acusaciones. En consecuencia, 400 casos en 6 años que llegarían a juicio oral y de los cuales, no todos, acabarán con sentencias condenatorias.
Las denuncias de la corrupción política son también parte de la política, voluntariamente o no. Por ello “aquellos que reportan o denuncian instancias de corrupción pueden ser opositores políticos del acusado por motivos para desacreditarlo: esos críticos de las practicas corruptas con frecuencia tienen otra agencia propia” (Sandholtz y Koetzle)
La corrupción es una cosa, los índices de la percepción de la corrupción, otra distinta. Diversos estudios demuestran que la percepción general de la corrupción está fuertemente influida por los escándalos y la cobertura mediática del tema.
Existe un problema de “retraso en los efectos” o “lag times” (Johnston). Cuando un gobierno persigue seriamente la corrupción se producen detenciones y escándalos políticos que generan una sensación de que hay más corrupción, cuando no se perseguía. De esta forma aumenta la percepción cuando empieza, probablemente, a reducirse el problema.
Los casos de corrupción que han salido en los medios y se han investigado provienen de la época anterior. La mayoría de los casos han estado muy vinculados al boom de la construcción y este había finalizado en el último trimestre de 2.007.
España no tiene una corrupción sistémica en la que los sobornos a los funcionarios son lo habitual. Por ejemplo en América Latina, la media de personas que reconocen haber pagado un soborno en el último año es de un 23% o en África subsahariana de un 56%. Los datos de España, de entre un 2 y 5% de pagadores, reflejan una Administración donde el pago de sobornos es lo excepcional y cercano a bastantes países europeos que tienen niveles de percepción bastante menores.
De los casos de corrupción importantes, la intervención funcionarial es muy minoritaria comparada con los 3.000.000 de funcionarios, un dato de 50 o 60 casos anuales no puede considerarse preocupante.
Sin embargo, la percepción ciudadana (mucha o bastante de 34’3% en enero de 2007 a 48’4% en junio de 2.011 CIS) de corrupción en la Administración es mucho más elevada de lo que los casos objetivos reflejan.
Pero la distancia para la corrupción política es mayor, en 2.007 el 51’9% y en 2.011 había subido al 86’6%. Los datos objetivos sobre la corrupción política, no obstante, tampoco dan la razón a las opiniones mayoritarias, de los 800 políticos imputados acabarán acusados en torno a 500.
De un total de 70.000 políticos de las 3 Administraciones, 500 posibles acusados nos da un 0’7% de criminalidad.
Los datos objetivos nos dicen que la corrupción pública es mayoritariamente corrupción política, pues los ratios de criminalidad, aun que sean aproximados, son de casi 100 a 1, entre políticos y funcionarios públicos.
Y en ella, la corrupción se ha centrado, sobre todo, en el ámbito urbanístico y en las administraciones subnacionales. Especialmente, en la Administración local.
Sin embargo, en la percepción ciudadana se sanciona más al Gobierno nacional en las encuestas del CIS.
En los últimos 6 años no ha habido prácticamente ningún caso de corrupción en el Gobierno nacional que afectara a altos cargos relevantes. Sin embargo, en el ámbito local, de los 110 municipios con más habitantes y/o capitales de provincia, en 39 de ellos ha habido casos investigados estos últimos años.
Es en el ámbito del urbanismo y los permisos de construcción, donde los encuestados denuncian mayores demandas de soborno.
En este ámbito se daban unas condiciones propicias para ello, un monopolio de decisiones muy relevantes (especialmente convenios urbanísticos) en manos de los alcaldes, un área donde la discrecionalidad era elevada, la debilidad de los controles y finalmente, la existencia de una burbuja especulativa que generaba beneficios extraordinarios a promotores y constructores”.
Acotado el problema y en base a los datos objetivos anteriores, al agotarse el período especulativo (donde estuvo centrada la corrupción) en el último trimestre del 2007, la corrupción tiene que haberse reducido en la misma proporción.
Si la corrupción era esencialmente de ámbito local, si se recuperan y se introducen nuevos sistemas de control sobre las áreas y la discrecionalidad municipal, otra parte quedaría reducida.
Una actuación en este sentido y de interés general es la de la Fundación ¿HAY DERECHO? y el Colegio Profesional de Secretarios e Interventores proponiendo medidas dirigidas a devolver a estos funcionarios su independencia y sus competencias y conseguir el apoyo y la supervisión, desde un nivel superior al municipal (Regeneración Municipal de Segismundo Alvarez, EL PAIS y ¿HAY DERECHO?)
Y este ejemplo de regeneración se puede extender a otros sectores de la Administración pública.
En el artículo incluido en nuestro libro publicado el 12 de junio pasado “¿Por qué no nos enteramos de la crisis? “ nos quejamos de que, después del martes negro del sector inmobiliario en la Bolsa, el 14 de abril del 2007, los medios internacionales más importantes, destacaron el final de nuestro proceso especulativo. Todo ello, con anterioridad a la crisis inmobiliaria de EEUU de agosto de 2007 y a la financiera del último trimestre del 2008.
Por eso, en el primer artículo sobre cuando saldremos de la crisis que publicamos, entre otros en NYR, durante el 2008 ya dijimos que “antes de la crisis inmobiliaria de EEUU, teníamos una crisis propia que se ocultó, por interés o por ignorancia, por parte de los medios de información general.”
Sin embargo, en el mismo 2007, el porcentaje de ciudadanos que creía que la situación económica era buena, alcanzó un 65% y llegó a 83 puntos sobre 100, la puntuación sobre nuestra autoestima (cuando debíamos todo lo que comprábamos) y en el 2013 ,cuando con un enorme esfuerzo, comenzamos a salir de la crisis con el reconocimiento y el respeto de los mismos medios, agencias, organizaciones internacionales que nos criticaban en 2007, el porcentaje anterior había descendido del 65 al 4% y el de nuestra valoración, ahora, a 53 puntos. (BIERIE) Por contra en 2014, en cuanto a su valoración exterior, España ocupaba el puesto 16 con 64 puntos (Country Rep Trak 2014) o 6’9 sobre 10 en BIE (Instituto Elcano).
Algo debe fallar en nuestro sistema educativo, en la calidad de nuestros medios de información y en definitiva, en nuestra sociedad, para explicar semejante error de diagnóstico, que por cierto, llevó a la ruina y a la desesperación a tantas familias ¿Cuantos desahucios se hubieran evitado si el consumidor hubiera contado con una mejor información o percepción de la crisis?
Pero esta diferencia entre la percepción social de la crisis y los datos objetivos de la economía, también se han dado en cuanto a la corrupción.
Si el grueso de la misma se generó en la burbuja especulativa y la percepción social era mínima, un 1% hasta 2009 (dos años después de su desaparición) y actualmente es máxima, cuándo los datos objetivos la desmienten, es evidente que nuestros medios también nos deben una explicación de esta enorme diferencia.
En un artículo publicado el 7 de febrero del 2014 por Astrid Barrio “No es la corrupción que vivimos, sino la que sospechamos” destacaba que “en aquella misma semana los datos publicados por la Comisión Europea nos permiten afirmar que España es el país europeo donde hay más distancia entre la corrupción percibida y la realmente sufrida.
El primer Informe Anticorrupción de la Unión Europea ha puesto de manifiesto que los españoles son los ciudadanos europeos que se sienten más afectados por la corrupción. La media de la UE se sitúa en el 26%, mientras que España alcanza el 63%.
Sin embargo estos datos contrastan fuertemente con los índices de victimización. Sólo el 8%, el mismo porcentaje que el del conjunto de europeos, responden afirmativamente al ser preguntados sobre si han vivido o han sido testigos de un caso de corrupción”.
Aclarar esta contradicción es enormemente importante para la consolidación del sistema democrático, el respeto a los gobernantes y a los funcionarios, el cumplimiento de las obligaciones ciudadanas, para la confianza y la calificación internacional, la atracción de las inversiones y la generación de nuevos puestos de trabajo, para la financiación exterior y su coste…… Incluso, esta falta de rigor informativo, al deslegitimar el sistema democrático forjado en un complejo y exteriormente admirado proceso de transición, ha abierto las puertas a grupos con principios políticos predemocráticos y soluciones económicas obsoletas, propias de los sistemas políticos del tercer mundo referidos en el artículo anterior, que han llevado a los pueblos donde se han aplicado a la miseria, a la falta de libertades y a los puestos más altos de corrupción.
Esta confusión sobre los orígenes de nuestra crisis y de sus consecuencias económicas y sociales puede ser letal para el futuro del país que puede retornar a otra gran crisis, esta vez de manera definitiva, dado el volumen de nuestra deuda pública y privada.
Como explicaba el Catedrático de Economía, Santiago Carbó en un artículo “Los mensajes entre líneas del FMI” publicado en EL PAIS, el 9 de junio pasado “el FMI deja el mensaje de que hay dos formas mediante las cuales España la puede pifiar: la mala- no hacer más reformas- y la pésima- revertir las reformas recientes”.
Si España está en la media, con la reforma del marco legal en relación a la transparencia de la actividad pública y la penalización de la corrupción, la incentivación de la independencia y la celeridad de la justicia y de la policía, el control de la selección de funcionarios y de la discrecionalidad de los políticos, las políticas anticorrupción de la UE (ejm GRECO…) y el despertar de la conciencia ciudadana sobre este tema, iremos mejorando progresivamente.
Aunque en colectivos tan enormes siempre habrá personas que se salgan del guión.
Creo que es una falta de sentido común el pensar que, en tan pocos años de rodaje, España va a alcanzar en este campo (como en el de la economía o gestión pública) el nivel de países con mayor cultura y experiencia democrática que el nuestro.
Pero, si estos casos continúan saliendo en las primeras planas de los periódicos como la noticia más importante del día, la percepción de la corrupción se irá reduciendo lentamente, aunque los datos objetivos nos acerquen a Dinamarca.
Y, finalmente, en cuanto a la condición de “la existencia de medios de comunicación activos” creo que tienen un gran reto para recuperar la credibilidad social.
Porque, si está acreditado que la percepción de la corrupción va relacionada con su cobertura mediática ¿Por qué no la denunciaron en el periodo central de la misma? ¿Fue por interés o por ignorancia? ¿Como nos van a convencer de que la ignoraban cuando todo el mundo la conocía? Por poner un ejemplo claro… ¿Que hicieron los medios catalanes para averiguar si era cierta la denuncia que hizo Maragall en el Parlament? Si hay periódicos que son incapaces de dedicar ni un pequeño porcentaje de su primera página a la corrupción del “partido amigo” ¿seguirán denunciando la corrupción cuando este partido acceda al poder? ¿La denuncia de la corrupción tiene por finalidad evitarla para la ciudadanía o reducir la cuota de votos del enemigo político? Y si el amigo es un incompetente ¿denunciará la incompetencia o intentará ocultarla o enmascararla buscándole un enemigo exterior a donde dirigir las iras de la sociedad? Si eran medios de información… ¿Por qué no informaron a sus seguidores de los riesgos, para evitar que la crisis les afectara tan gravemente? ¿Cuantas portadas y textos dedicaron a la incompetencia de la gestión económica, a la falta de liquidez del sector empresarial, a la ruina que iba a provocar el estallido del boom inmobiliario, a la sobre valoración de los inmuebles, al irresponsable crecimiento del gasto público y de las inversiones inútiles cuando a partir de 2007 se ciega una fuente fundamental de ingresos ,la construcción; y especialmente en el ámbito autonómico (más de 195.000 funcionarios) y municipal ( Ejm Plan E 12.110 millones E., 22.900 funcionarios), a las decisiones económicas puramente electoralistas o a la falta de reformas que mejoraran la competitividad de la economía, que fueron la base de nuestros actuales problemas?
Ante semejante desinformación, echamos de menos una autocrítica en nuestros medios que participaron en ella. Como decía García Montalvo “en E.E.U.U. a los opinadores que en 2.005 hablaban de círculo virtuoso y de que el Dow Jones llegaría a los 36.000 puntos, los han eliminado .En España, esta gente que en el 2.006 decía que todo era perfecto, hoy explica como salir de la crisis”.
Tal vez, la diferencia obedezca a que los propietarios del sector en EEUU continúan pensando que la función principal del periodismo es la de ofrecer a sus lectores una información independiente, solvente y honesta.
DANIEL IBORRA FORT
Vilafranca del Penedès, 19 de agosto de 2015