ANÉCDOTAS NOTARIALES – 1
(basada en el libro NOTARIO DE GUARDIA)
Por Marián Campra y Javier Ronda, periodistas
Nota de la Redacción: aunque inicialmente esta sección nace dedicada a anécdotas notariales que se reciban en esta redacción o se envíen a Marián y Javier, si se reciben varias anécdotas registrales o de otras profesiones jurídicas también se incluirán e incluso pueden provocar un cambio de nombre en la sección.
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Viaje por la España notarial
Siempre se ha dicho que eres más serio que un notario, una profesión con el sello de clásica y tradicional.
Pero no es así.
Hemos encontrado de todo en esta singladura notarial española. Notarios jóvenes, notarias de reciente incorporación conectados en red que reflejan una imagen muy moderna de la profesión, notarios más expertos con modernas notarias de ciudad y los más mayores adaptados a las Nuevas Tecnologías.
En Sevilla, nos contaron en plena Feria, donde todo es diversión y alegría, jolgorio y fiesta que a la Caseta del Colegio Notarial, le llaman: “El Santo Entierro”. Quizás no sea para tanto por lo que hemos visto tras recopilar las anécdotas para nuestro libro Notario de Guardia.
Marián Campra y Javier Ronda
Al acuerdo le faltó un zurcido
En Don Benito, Badajoz, siete hermanos después de numerosas reuniones se ponen de acuerdo al final para una herencia de la madre. Todo repartido con bastantes problemas, pero hay acuerdo redactado. Van a firmar y una de las dos hermanas dice:
– ¿Y la máquina de coser que tenía mamá en el “soberao”?
– La tengo yo, dijo la otra hermana con rotundidad.
El notario estuvo varios años en este pueblo extremeño y nunca se arreglaron los hermanos, tras la guerra abierta por la dichosa maquinita de coser.
Un enfermo muy tapado.
En Canarias, un notario estaba de guardia y recibió un aviso para otorgar un testamento en un hospital a una persona desahuciada. Cuando se personó, el testador estaba prácticamente cubierto con las sábanas de la cama y apenas podía verle la cara. Ya se puso sobre alerta y empezó a “mosquearse”.
De repente, cuando empezó a dictarle y hablarle, se “olió” que había algo muy raro. Observó que no se veía la parte de abajo de la cama, la tapaban unas cuantas sábanas y mantas. El notario fingió que recibía una llamada en el móvil y se salió de la habitación. Buscó a una enfermera, le dio el aviso de lo que estaba pasando y cuando ella intentó entrar en la habitación los familiares le cerraron el paso.
Transcurridos varios minutos, ya había allí más gente que en un entierro, un par de vigilantes de seguridad, dos o tres médicos… pudieron aproximarse al lecho y comprobar que debajo estaba el muerto. En la cama estaba un familiar haciéndose pasar por él.
Nueva modalidad: Testamento Post Mortem.
Notario o sargento
En la localidad rural de Badolatosa, dependiente de la notaría de Estepa en la provincia de Sevilla hace ya años, un joven notario pelirrojo con cara aniñada, despeinado, fue a levantar un acta a una obra y habló con el encargado entre ladrillos y escayolas y se identificó.
– Soy el notario.
– Si, si, y yo el Sargento de la Guardia Civil.
Poder de cuento
En cierta ocasión, fue una señora a una notaría, con un hijo pequeño, que no llegaría a tres años, para otorgar un “poder para pleitos” por algún problema que ella tenía.
El caso es que, al comenzar a dar lectura al documento, el niño, que estaba sentado, en silencio, en el regazo de su madre, al ver de pronto a aquel “lector” ante ellos, abrió sus ojos como platos, e inmediatamente se volvió hacia su madre, le agarró la barbilla para que su madre se percatara de tal acontecimiento y no le pasará desapercibido y le dijo con expectación:
– Mami, mami, mira, que nos va a leer un cuento…
Y la madre, sin inmutarse, le respondió:
– Si hijo si, está tu madre como “pa” cuentos…”.
Notaría de la salud
Una pareja de unos señores de unos setenta años en un pueblo de montaña, se presentan en una notaría para hacer testamento. El notario lo redacta todo, tiene ya los datos y parece que está claro…
– Mañana se vienen sobre las 10 y no se le olviden el DNI cada uno y listo.
Y dice la señora:
– ¿Tenemos que venir en ayunas?
Vestido con solemnidad
Un notario acude a una casa en la huerta valenciana para requerir, vestido, digamos, como van los notarios con su chaqueta y corbata, trajeado, y con la cartera en una mano.
Dos perrazos le rodean gruñendo, mientras una señora mira por la ventana. Después de un buen rato que debió ser una eternidad, la señora sale de la casa y al saber que es el notario se disculpa y dice:
– ¡Es que pensé que era un testigo de Jehová!
Opción de legionario
En un lugar de Valencia, llama el notario al telefonillo del piso de un deudor moroso para requerirle de pago. Respuesta:
– Aquí Fulano de tal, caballero legionario, ¡dispuesto a matar o a morir!
El notario solo tenía dos posibilidades: decir que se había equivocado de número y mandarla por correo o lo que dijo:
– Aquí sargento Mengano, del 20 de Infantería, que sube a notificarle.
Al final, acabó empeñado en ponerle una copa para que hablaran de la mili.
ENLACES:
- Presentación del libro Notario de Guardia en el CGN
- Presentación del libro en esta web y acta del sorteo
- Diario de una guardia notarial. Juan Francisco Herrera García-Canturri,Notario de Valencia
- Un divorcio telefónico, por Jorge López Navarro.
- Notario de Guardia, por Antonio Ripoll Jaén
- Nada antes que opositar, de Miguel Prieto Escudero
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