SOBRE EL TRILINGÜISMO EN LA EDUCACIÓN
CIRIACO CORRAL, NOTARIO DE PALMA DE MALLORCA
Introducción:
Publiqué un artículo en la edición de Baleares del diario “El Mundo” en mayo o junio del año 2007 y en él intenté reflexionar sobre los efectos que la política lingüística produce sobre la conformación de la sociedad. Creo que su contenido sigue vigente.
Se acababan de celebrar elecciones autonómicas y el PP había perdido la mayoría absoluta por un diputado. En la legislatura anterior este partido se había presentado a las elecciones con un programa que incluía la posibilidad de que los padres pudieran elegir el idioma vehicular, -catalán o castellano-, para la educación de sus hijos. El último año de la legislatura el entonces presidente, Jaime Matas rectificó y anunció que sustituiría el proyecto anterior por otro que permitiría a los padres de los alumnos de centros públicos optar por un modelo alternativo que impartía las materias en catalán, castellano e inglés, siendo igual el número de horas lectivas en cada idioma. En el artículo defendí que la rectificación era acertada, aunque Matas no llegó a llevar a cabo este proyecto.
El artículo está escrito después de que Francesc Antich del PSOE hubiera anunciado en una rueda de prensa que había alcanzado un acuerdo de gobierno con todos los partidos de la cámara a excepción del PP. Con la ilusión lógica por tratarse de la segunda vez que la izquierda gobernaba Baleares, Antich dijo que aspiraba a hacer una “política con mayúsculas”.
EL ARTÍCULO:
LA POLÍTICA CON MAYÚSCULAS
Desde que se conoció el resultado de las últimas elecciones autonómicas, Francesc Antich ha repetido con frecuencia que aspiraba a crear un clima de consenso con la oposición, a gobernar con espíritu de concordia. Además, en su comparecencia ante los medios de comunicación para anunciar el pacto de legislatura al que había llegado con el Bloc, dijo que el nuevo gobierno balear aspiraba a hacer “política con mayúsculas”. Todo ello contrasta con el incierto futuro del Decreto de Trilingüismo.
Públicamente, se han expuesto dos tipos de razones para derogar esta norma. Las primeras son técnicas, y consisten en que no hay suficientes profesores formados para que se impartan un tercio de las horas lectivas en inglés.
Aunque esto parece lógico, ello no significa que forzosamente se deba suspender su aplicación. No es necesario implantar un cambio así de la noche a la mañana. Se puede ir haciendo de forma gradual, utilizando medios audiovisuales de forma complementaria a las lecciones que se den en catalán o castellano. La propia administración autonómica, puede encargar vídeos en inglés de algunas materias, que contengan un resumen de cada lección de cinco o diez minutos de duración. Y se pueden hacer exámenes reducidos, aunque sean tipo test, de estos contenidos.
Las ventajas de los medios audiovisuales se pueden potenciar si se emplean en las guarderías, cosa que puede fomentar el Govern si distribuye entre ellas vídeos infantiles. Según los expertos en educación infantil, el cerebro de una persona media se desarrolla neurológicamente hasta los seis años de edad. Hasta ese momento su capacidad se puede aumentar con una estimulación adecuada. Enseñar a los niños tres idiomas desde prácticamente los seis meses, aumenta su habilidad para aprender cualquier otro en el futuro.
Hay otros motivos que no se dicen explícitamente porque son de carácter político, y se refieren al porcentaje de horas impartidas en castellano. Si el número de horas de clase en un determinado idioma oficial no supera el diez o quince por ciento, el mensaje que se inculca a los niños es que se trata de una lengua extraña e impuesta, que pertenece a una comunidad de hablantes de la que no formamos parte.
En cambio, la equiparación del número de horas impartidas en los dos idiomas oficiales, como autorizó Jaume Matas con el decreto 50/50 transmite un mensaje político concreto, que significa que ambas lenguas son igualmente importantes y propias de la Comunidad. Significa que quien elige esa opción está a gusto con el sistema político de la Constitución del 78 y se siente integrado en el conjunto de España. Cuando además de lo anterior se da el mismo peso al inglés, se está saliendo del aislamiento secular español, integrando a nuestros escolares en el mundo occidental, al ser capaces de entenderse con cualquier habitante del planeta.
A su vez, el hecho de que sean los padres quienes puedan elegirlo significa confiar en la capacidad de la sociedad para autorregularse. Es interesante recordar que el modelo que diseñó el Govern anterior era asimétrico, porque los padres de alumnos de centros públicos o concertados sólo podían elegir entre una enseñanza en los tres idiomas con el mismo peso, u otra en que la lengua vernácula fuera dominante. Esta posibilidad no cabía para el castellano.
Si el gobierno anterior hizo alguna “política con mayúsculas” indiscutible, esa fue el proyecto de trilingüismo. Porque se trató de un proyecto que promovieron los populares desdiciéndose de su promesa electoral de permitir a los padres elegir el idioma en que se educarían sus hijos para evitar un problema que siempre había alegado el expresident de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, cuando se le preguntaba por qué no se daba esta opción a los padres de su comunidad autónoma, y que consiste en que se crearían dos bloques sociales separados por la lengua en que hablan. La enseñanza en tres idiomas garantiza la convivencia al crear una sociedad abierta y plural, y al menos en parte, ayuda a superar la división entre las dos Españas y la cuestión regional.
No parece aventurado pensar que, si el Govern abandona el proyecto de trilingüismo, estará sustituyendo un modelo educativo apoyado por casi un 70% de los votantes que el pasado veintisiete de mayo acudieron a las urnas, por otro cuyo respaldo popular no llega al 30% restante.
Aunque no deja de ser un dato esperanzador el hecho de que la consellera Bárbara Galmés haya decidido mantener el proyecto en los centros concertados que se acogieron a él, no se ve cómo podrá el nuevo president compatibilizar su anhelado espíritu de concordia con los deseos del Bloc, algunos de cuyos miembros han hecho público que aspiran a la independencia, aunque no siempre ha quedado claro de qué.
La política lingüística fue uno de los factores que hizo que el PP ganara las elecciones autonómicas de 2003, partido que tras apartarse de su promesa electoral a favor del trilingüismo se ha quedado a las puertas de la mayoría absoluta. Es de esperar que el PSIB reflexione sobre ello.
REFLEXIÓN FINAL: LA COHERENCIA
Hasta aquí el artículo tal y como fue publicado. Creo que hoy falta añadir otra reflexión.
No se puede pedir que los medios de comunicación de una comunidad autónoma sean objetivos o plurales si no lo son los de las demás comunidades o los del Estado. Tampoco se puede pedir objetividad en la enseñanza de unas comunidades autónomas y de otras no. A mí me parece que se podrían crear unos órganos de supervisión de esa neutralidad y objetividad para todos los medios públicos, y para los sistemas educativos de todas la comunidades, que pudieran excitar la actuación de los Tribunales a través de un procedimiento sumario que permitiera conseguir que cesaran las actuaciones que se estimasen contrarias a esos principios, y cuyo marco legal podría ser definido en la Comisión Territorial del Congreso. Esos órganos deberían ser independientes del gobierno de turno. Algo así como lo que sucede con los órganos del Banco de España.
Todo ello puede ayudar, -en palabras de Ortega-, a conllevar un problema cuya solución nunca va a ser a gusto de todos.
SECCIÓN OPINIÓN
TRANSPARENCIA Y FONDOS BUITRE