¿ERA TAN DIFÍCIL DE PREVER NUESTRA CRISIS ECONÓMICA? Daniel Iborra Fort, Notario de Vilafranca del Penedès (Barcelona)
En los últimos días del año 2.008, una conocida periodista estaba haciendo en su programa de radio un resumen de los hechos más destacados del año, cuando llegó al inevitable tema de la crisis sobre la que hizo una previsible interpretación. Según ella, era una crisis internacional provocada por causas externas y comunes y absolutamente imprevisibles ya que, hasta los dirigentes políticos más importantes, les había sorprendido. Pero ¿de verdad era tan sorprendente lo que nos está pasando? Yo creo que, sobre nosotros, han coincidido dos crisis, una que es propia y previsible y otra internacional y más difícil de anticipar. La primera es consecuencia de la falta de adaptación de la economía española al cambio de ciclo económico. El crecimiento español de los últimos años estuvo basado en un modelo en el que el peso de la construcción tenía 3 veces más incidencia que en otras economías de nuestro entorno. Este crecimiento se sostuvo en una fuerte entrada de capital exterior colocada en créditos aprobados sin los criterios de solvencia y profesionalidad tradicionales. La demanda creció, no porque la población incrementó proporcionalmente su renta, sino por las facilidades que les dio el sistema financiero a los compradores tanto en plazo como sobre todo en cantidad y en medio de un conjunto de previsiones propagadas por nuestros medios de información que luego comprobaríamos que eran falsas: el mantenimiento de los tipos de interés en cotas bajas, el tópico de que los precios de los inmuebles nunca bajan y que el crecimiento económico y el empleo continuarían indefinidamente expandiéndose. Todo este clima provocó una actitud de euforia y falta de sentido común que fue definida por los analistas exteriores como una situación de embriaguez colectiva en la que pocos estuvieron en su sitio y en la que participaron como promotores una gran parte de nuestros medios de información! Cuantos dramas personales y familiares entre su clientela se hubieran evitado con una información honesta y con un mínimo de rigor¡. Lo previsible era que este proceso se agotara, ya que estaba alimentado por factores muy difíciles de mantener. En este punto, cualquier pinchazo haría derrapar el vehículo de la economía en su enloquecida carrera. Una gestión competente hubiera potenciado el cambio de modelo de producción intentando compensar la previsible reducción del peso de la construcción con una política activa de robustecimiento de los sectores productivos de bienes y servicios, con el objeto de que la facturación no se resintiera y continuara manteniéndose el nivel de empleo, básico para seguir alimentando el mercado inmobiliario en España. Un ciudadano seguirá planteándose comprar su vivienda aunque cambie su trabajo y dejará de hacerlo cuando lo pierda definitivamente o vea cómo lo pierde el resto de población. Este deterioro se incrementó por la reducción de liquidez y la incertidumbre que generó la crisis internacional .Es decir, los factores externos aceleraron y profundizaron un proceso de ajuste que se hubiera producido de todas las maneras. El problema de la excusa exterior, cuando no responde a fundamentos serios, es que sólo vale para proteger de críticas al gobernante interior pero es enormemente perjudicial para los ciudadanos, ya que justifica la inacción política. La economía tiene un interés general y neutro, ya que no respeta afinidades políticas, sirve para asegurar el puesto de trabajo y de renta de todas las familias, para garantizar el mantenimiento del gasto y las prestaciones sociales, alimenta de recursos a las entidades públicas e, incluso, proporciona ingresos a los medios de comunicación. Si la economía entra en recesión los medios de información retroceden en ingresos publicitarios y en ventas y más todavía si manipulan la realidad en contra del interés general. La excusa exterior impide que el proceso de ajuste interior se realice con diligencia ya que, al centrar la responsabilidad en causas externas, imposibilita que se corrijan las interiores que están provocando el deterioro económico general. Y, como el marco general en el que se desenvuelve el sector productivo no mejora, tampoco lo hará la competitividad de los productos interiores y con ello, la solución al paro y al empobrecimiento de los ciudadanos. Y si se produce una reactivación universal, comprobaremos cómo los mercados premiarán con sus compras a los países más competitivos y entre ellos no estará el nuestro. Cuando hay una reactivación también cierran empresas por falta de compradores, ya que la renta cuando mejora no se distribuye entre todos por igual, sino que se gasta en los productos que selecciona el mercado. Si el hacer bien las cosas no es suficiente garantía para tener éxito en la vida económica, si las cosas se hacen mal hay la seguridad absoluta que vas a un anunciado fracaso. Por lo tanto, la crisis actual era tan previsible como será la futura si no se hacen las adecuadas y urgentes reformas estructurales y como lo eran las justificaciones de una gran parte de nuestros medios de información, dada su falta de independencia profesional. Así como era previsible que, estos últimos, ignoraran que el autobús de la crisis tuviera asientos libres también para ellos, tal vez porque pensaron que el flotador que una mano amiga les facilitó, les iba a ser suficiente para salvarse de un tipo de tormenta cuya entidad no anticiparon por su falta de información solvente.
VILAFRANCA DEL PENEDES 7 DE ENERO DE 2.009 DANIEL IBORRA FORT ANALISTA DE INVERSIONES
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