Una de las muchas cosas que siempre he envidiado de arquitectos e ingenieros es su dominio de la geometría descriptiva, que les permite plasmar en un papel la representación de cualquier objeto tridimensional desde todas las perspectivas posibles. Es una pena que ni economistas ni juristas tengan esa capacidad, lo que les hace ver las cosas "en plano", desde un solo punto de vista. Así, todas las explicaciones que de la crisis con tanta profusión se nos dan desde todos los medios de comunicación, inspiradas exclusivamente en el punto de vista alemán, vienen a resumirse en que: 1. Somos un desastre 2. Estamos peor de lo que creemos 3. No tenemos solución 4. Somos la vergüenza de Europa Y, quizás convenga modificar un poco el punto de vista y, a lo mejor, visto desde aquí resulta que: 1. No somos ningún desastre, sino un país ejemplar que ha salido de peores. 2. Estamos mucho mejor de lo que se nos dice. 3. La solución es fácil y cercana. 4. Somos nosotros los que nos avergonzamos por el comportamiento de los Órganos de Gobierno europeos. En efecto, nuestro desastre tiene dos teóricas causas, la Deuda y la crisis inmobiliaria. Dejemos la Deuda para más adelante. Centrémonos en la crisis inmobiliaria: Érase una vez un promotor que soñó con un gran desarrollo urbanístico en la provincia de Toledo, otro que imaginó grandes urbanizaciones en la costa junto a maravillosos campos de golf, etc, y ninguna de esas ilusiones cristalizó, antes bien supusieron la ruina para los promotores, los inversores y las entidades financieras comprometidas. ¡Qué horror! ¡Qué salvajada! Si ya se veía venir,
si eso nunca podrá volver a ser ni siquiera imaginable ¡Estamos todos locos! Es una ruina, hemos dilapidado el sacrificio de nuestros padres, esas cosas no han pasado nunca en España ni pasan en ningún país serio, hemos llegado a cotas de ineptitud empresarial y financiera inimaginables ¡A la cárcel los culpables! Pues no, eso no tiene nada de nuevo ni de insoluble. Hacia 1860 hubo un promotor, el Marqués de Salamanca, que soñó con una ampliación de Madrid que la pusiera al nivel de París, y proyectó y construyó lo que hoy conocemos como el Barrio de Salamanca. Pero claro no pensó que nadie en su sano juicio iría nunca a vivir a un barrio tan alejado del centro, incluso organizó el Marqués una línea de tranvías de tracción animal que unían la Puerta del Sol con la calle Serrano, con cuadras y cocheras en la calle Maldonado. Todo fue inútil, diez años más tarde el proyecto fracasó, el Marqués quebró, su Palacio (actual sede de BBVA en el Paseo de Recoletos) se entregó en dación en pago a sus acreedores, el Banco que financió el proyecto, Banco de Isabel II, se vio al borde del colapso y pareció salvarse uniéndose con el Banco de San Fernando, pero no se midieron bien las consecuencias de esa fusión desesperada y el banco resultante quedó tan enfermo que tuvo que hacerse cargo del mismo el Estado y le cambió el nombre, así, desde entonces y hasta ahora, se llama Banco de España. Bueno, parece que la situación actual no es nueva, ni para promotores ni para Bancos. En 1871 se llegaron a organizar rifas, con boletos a doscientos reales, que tenían como premio edificios enteros de la calle Serrano, se tasaron las cinco casas de la calle de Serrano, que eran el primer premio, en seis millones de reales, o sea un millón y medio de pesetas, o, lo que es lo mismo nueve mil y pico euros, exactamente 9.015,18 . Desde 1870 a hoy han pasado 142 años. Si se hubieran invertido esos seis millones de reales ahora tendríamos:
Parece que esos inmuebles se han revalorizado bastante más que el coste de su financiación. O sea el problema inmobiliario se resuelve él solo si le echamos tiempo, si los fondos europeos se invierten en financiar las provisiones de ladrillo, y siempre que el tipo de ese préstamo sea del 3% o similar y el plazo de 30 años, el negocio es redondo, los inmuebles valdrán mucho más que el préstamo a devolver. En efecto, veamos en el cuadro adjunto la capitalización de un euro a distintos tipos y plazos y recordemos el valor de cualquier inmueble hace treinta años y comparémoslo con el valor actual, deprimido por la crisis, es seguro que el valor se ha más que triplicado. Porque, además, demanda nunca faltará, los españoles, en cuanto tenemos dinero, propio o prestado, nos compramos una casa, y si tenemos más, nos compramos otra.
Vayamos con el siguiente punto básico de la crisis ¿es tan grave el problema de la Deuda en Europa? ¿Hasta qué punto es culpa de España? Y, francamente, en contra de lo que podíamos llamar "opinión de la cátedra" ni la crisis es tan grave ni mucho menos es culpa nuestra. En efecto, la Deuda Pública de Estados Unidos[1] supera el 100% de su PIB, que es de catorce billones y medio de dólares, alcanza la increíble (e inasumible) cifra de quince billones de dólares, que en euros serían doce billones y medio. Ese porcentaje de Deuda emitida nunca había sucedido desde la segunda guerra mundial, y aquélla no se pagó, simplemente el crecimiento del PIB y la inflación la dejaron en el 10% de la Deuda viva. La deuda pública de EEUU igualó el PIB por tres años durante y después de la Segunda Guerra Mundial, mientras que para 1981 disminuyó hasta el 30% del PIB y luego volvió a subir durante la presidencia de RONALD REAGAN, al duplicarse en los posteriores 12 años. Mientras tanto la cifra de deuda de Japón alcanza el escalofriante nivel de diez billones de euros, pero con un PIB algo superior a cuatro billones de euros, es decir un 230% de endeudamiento. Por tanto no hay nada demasiado escandaloso en las cifras europeas de Deuda. De hecho las cifras, absolutas y relativas, no parecen ser demasiado amenazantes, Grecia, el alumno malo, tiene la mitad de endeudamiento relativo que Japón y sólo supone menos del 4% del total de la deuda de la Eurozona. Entre las economías avanzadas sólo las deudas públicas de Grecia, Islandia, Irlanda, Italia, Japón y Portugal sobrepasan los PIB nacionales. Y nosotros, respecto a Alemania, tampoco quedamos demasiado mal en ninguna magnitud, tenemos menos deuda, menos porcentaje respecto a nuestro PIB y menos deuda per cápita, ellos 25.000 y nosotros 16.000 .
La única causa de que exista un problema de Deuda Europea es la inexistencia de una defensa de la misma por parte del Banco Central Europeo. Sacar al mercado diecisiete deudas diferentes, a diferentes plazos cada una de ellas y, sin embargo, todas ellas nominadas en una misma moneda común, el euro, es el paraíso de los especuladores si no hay nadie que lo vigile y, aún en el caso de que se haga esa vigilancia, tarde y mal como ha sucedido en ocasiones, sólo un malabarista financiero podría controlar los infinitos arbitrajes nacidos de la existencia de diecisiete emisores. Si se quiere dar a la Deuda Europea una vida plácida, como la que disfrutan la americana y la japonesa, remanso de paz para ahorradores institucionales con aversión al riesgo, dotémosla de las características que la asemejen a ellas, que son un único emisor y un controlador con plenos poderes para actuar. Es tan evidente que la tardanza en llevarlo a cabo es algo que bien puede decirse supone una vergüenza para quienes nos gobiernan, aquí y en Bruselas. Porque eso que es tan evidente no se hace porque no se les haya ocurrido, no se lleva a cabo porque existen intereses absolutamente espurios para que no se apruebe. Una vez más, al examinar la existencia de una anomalía aparentemente ilógica hay que acudir al eterno aforismo latino "qui prodest?", ¿a quien beneficia? y la respuesta es evidente, a aquellos países que, gracias a este caos, obtienen mucha mejor financiación. Aquí se nos habla constantemente de que la Eurozona es la reunión de una serie de países muy buenos con otros que han resultado ser unos golfos que viven del trabajo de aquéllos. Cambiemos la perspectiva, la Eurozona no es más que una unión aduanera y monetaria, con libre circulación de mercancías en su interior y por tanto con una feroz competencia y que, ahora, permite que unos países y sus empresas obtengan una financiación mucho más barata que la de sus rivales, que quedan indefensos ante el incremento de costos que les supone esa financiación más cara, y a los que, si protestan, se les dice que lo tienen bien merecido por vagos, es una penitencia sin absolución previa, y eso, ciertamente, no compensa. Estamos inmersos en un círculo vicioso que hará que, por una parte, se incremente el Déficit por incremento del coste del servicio de la Deuda, haciendo estéril cualquier proceso de reducción del Gasto Público y que, por otra, daña la competitividad de nuestras empresas, en el interior y en el exterior. Eso, a largo plazo, sólo lleva al desastre, a nosotros y a quienes nos están vampirizando. A corto no, los vampiros se frotan las manos, aquí cada vez cierran más empresas y por tanto van eliminando competidores, sube nuestro paro, cosa que, en sí, les trae al fresco, y, con ello, se acentúa nuestra crisis, que generará déficit y aumentará la, venturosa para ellos, prima de riesgo. ¿Hasta cuando? Por favor no mucho más, ojalá sea verdad el críptico plazo de tres meses de que habló CHRISTINE LAGARDE, y si no, no seamos ya más pacientes, no defendamos la salud del euro a costa de la de los españoles
Joaquín Osuna Costa Agente de Cambio y Bolsa Notario Abril de 2012
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