GRIGORI POTEMKIN, más conocido por el acorazado que llevó su nombre que dio su título a la excepcional película de EISENSTEIN, fue un favorito y Primer Ministro de Catalina la Grande, que, cuando la zarina viajaba por su país, construía auténticas ciudades de guardarropía, con habitantes ficticios, bien vestidos y felices, para que la soberana no viera nunca el auténtico nivel de miseria que existía en Rusia. A eso, a la creación de decorados ficticios para deleite de políticos, se llama desde entonces "Efecto Potemkin", y ha sido utilizado, en mayor o menor medida, desde el lavado de cara a la arquitectura efímera compleja, en todos los viajes oficiales de gobernantes en todo el mundo. Bien podíamos en España llamarle "Efecto Berlanga", porque en "Bienvenido Mister Marshall" se escenifica maravillosamente. Pues bien, la Deuda Pública no es sino un Super Efecto Potemkin, aunque aquí no se engañe a ninguna zarina. Todo está muy bonito, los emisores son solventes y los suscriptores pagan sus compras con la felicidad que da la inversión en algo seguro, y, sin embargo, los dos saben que es mentira, que ni el emisor piensa pagar la Deuda ni el comprador lo espera. La Deuda Pública nace, crece (sobre todo últimamente) y se reproduce, de hecho se clona, clonación que la hace eterna, y así nunca muere por corto que sea su teórico plazo de vencimiento. Y eso es algo conocido por quienes invierten en ella, que sólo exigen al emisor que presente una bonita fachada, que exista un volumen emitido tan enorme que nunca una sola de sus órdenes de compra o venta pueda ser determinante para la fijación del precio, que los títulos estén nominados en una moneda de universal aceptación y que detrás haya un Banco Central fuerte que en momentos puntuales haga de contrapartida garantizando en todo momento la liquidez y reduciendo la volatilidad. Esas cuatro características sólo se daban en la Deuda de Estados Unidos que por eso gozaba de un monopolio de facto, que dejó de serlo con el nacimiento del euro. Hubo una cierta pelusilla inicial por parte de esa Deuda americana, hermana mayor, respecto de la recién nacida Deuda europea, pero desapareció porque el Mercado funcionó como los bares en España, que cuanto más cercanos están más venden todos. El paso de monopolio a duopolio de oferta no tuvo efectos perniciosos, simplemente aumentó el volumen de contratación por el arbitraje que se produjo entre unos y otros títulos y/o divisas, aumento de volumen que siempre inunda de felicidad a los operadores de los Mercados y, a mercado feliz, emisor satisfecho. Pero esa luna de miel se acabó cuando empezaron a nacer diferencias entre los datos económicos fundamentales de los distintos países de la zona euro y cuando se vio que el BCE no era el tipo de Banco Central fuerte dispuesto a operar en el mercado abierto. A partir de ese momento unas cuantas fachadas de la acera europea empezaron a cuartearse, la calle ya no era tan bonita, sólo algunas pocas casas aparentaban riqueza, el resto mostraban síntomas de decadencia. Todos los que acostumbraban a pasear por la acera europea empezaron a consumir sólo en las boutiques mejor arregladas, cuyos dueños pudieron subir el precio de su mercancía por exceso de demanda, los precios se fijaron incluso muy por encima de la mercancía ofertada en la acera opuesta, la americana, la que antes tenía monopolio, pero a ésta tampoco le importó demasiado porque también aumentó sus ventas. Así, ahora, en una acera se venden productos americanos, a un precio, digamos justo y con etiqueta en dólares, y, en la de enfrente, en una de las tiendas, productos made in Germany, carísimos pero demandados, y, en las restantes, otros parecidos a precios de saldo, pero todos etiquetados en euros. La encargada de la tienda alemana está feliz, pero no se le nota porque no para de echar broncas a sus vecinos de acera por ofertar productos malos con la misma etiqueta que los suyos, que por lo visto, deben ser maravillosos. La idea que se vende por tanto es la de una boutique de calidad excelsa rodeada por unos cuantos top manta que tratan de malvender productos de imitación. Y los presuntos manteros se callan, no dicen que no están en la calle, sino que tienen tienda abierta y que sus productos tienen el mismo derecho que los de otros a estar etiquetados en euros, aguantan la bronca como si estuvieran robando, cuando lo único que hacen es tratar de llevar honradamente a su casa lo necesario para subsistir. ¿Por qué la señora de la boutique elegante no fabrica una etiqueta para ella sola? Lo tiene fácil y así no protestaría. Alemania, a base de repetirse a si misma que es buenísima, que el marco era la mejor moneda que jamás se inventó y que el Bundesbank era un modelo que deberían copiar todos los bancos centrales en todo el mundo, se lo ha acabado creyendo y quiere un euro tan fuerte como el marco y un BCE tan dedicado al mimo de la moneda como el antiguo Bundesbank. Con esas ideas se comporta con sus socios, nosotros, como los primeros misioneros de América, lleva a cabo un apostolado mixto de cruz y espada, perfectamente capaz de exterminar a los indios si no se convierten a la verdadera Fe. Pero lo que para Alemania es lógica defensa de un dogma de fe, lo vemos nosotros como una desmedida avaricia por su parte que le hace captar todos los recursos disponibles para su exclusiva financiación, y aquel dogmatismo (¿soberbia?) más esta avaricia le producen miopía, pues no ve que el proceso puede y debe terminar rompiendo la hucha y acabando con el euro en cuanto los demás países comprendan que una gran parte de su coste de financiación se debe al menor precio que paga Alemania por la suya y que eso no es transitorio sino que el proceso va a más porque se retroalimenta, cada vez que se paga más por la Deuda se incrementa el Déficit Público, que obliga a emitir nueva Deuda que deberá pagarse más cara. El vecino de enfrente, el americano, está preocupadísimo, y no entiende muy bien lo que pasa porque él ha hecho bien las cosas, su Deuda cumple todos los requisitos que antes vimos para colocarse con éxito: volumen, moneda, apariencia y Banco Central fuerte, nos dio la bienvenida al mercado mundial de Deuda, que el pastoreaba en solitario, porque sabe de sobra que ese mercado es absolutamente fiduciario, tanto que es casi virtual, no se compra ni vende nada material y que lo que necesita sobre todo es paz. Y ahora ve que las trifulcas europeas pueden dañarle, es plenamente consciente de que un incendio en nuestra acera también se llevaría su tienda, por eso no tiene ningún interés en que nos vayamos todos los demás vendedores, porque si nos vamos, los clientes compradores, que son comunes, confirmarán con dolorosas pérdidas lo que ya imaginaban, esto es, que en la acera europea, detrás de la fachada no había nada, que eran sólo decorados, mejor o peor pintados, que no tenían el más mínimo cimiento ni estructura sólida, y a continuación sospecharán que lo mismo pasa en la americana, desharán sus posiciones también ahí, y entre todos habremos dado un paso atrás de casi un siglo en la evolución y estructura del Sistema Financiero mundial. Estamos a un paso de que suceda el caos. Si se acaba el euro, que es el camino que lleva, se acabará el mercado mundial de Deuda, incluso en dólares, porque los inversores, conscientes ya de que están comprando humo, se darán cuenta de que con humo sólo se adquiere tos y dejarán de invertir. Hay que convencer a Alemania de que aquí no se salva nadie, su boutique será muy bonita, su fachada preciosa, pero, aunque no se lo crea, que lo malo es que no se lo cree, cosas de la soberbia, su tinglado no es más que un enorme trampantojo. Afortunadamente, desde el otro lado del Atlántico, donde nos entienden más a nosotros que a los alemanes porque nunca han defendido la salud del dólar por encima de la de los americanos, se empieza a ver con miedo la situación y es de suponer que no faltarán argumentos ni recursos de aquí y de allí para invertir el proceso y convertir en virtuoso el actual círculo vicioso. Vivimos un año electoral en EEUU, en el que se presenta para su reelección el vigente Presidente y esa identidad Presidente/Candidato mediatiza la actuación del ejecutivo, seguro que OBAMA hará todo lo posible para tranquilizar el mercado de Deuda en Europa y usará de su influencia en el FMI, que no es poca, para que actúe en la misma dirección, porque sabe que, de lo contrario, la catástrofe podría llevarse por delante la Economía americana y su futuro político. Usemos ese aliado galante, es momento de presionar con urgencia, con mucha urgencia, para lograr la emisión de Eurobonos y la reforma del BCE, es decir, pintar nuestras fachadas, si no tan bonitas como la alemana, por lo menos parecidas a la americana, porque en otoño vienen grandes vencimientos de Deuda en España que, si seguimos así, no van a poder renegociarse a tipos inferiores al 8% y ya, como se suele decir, da igual ocho que ochenta. Si no se actúa rápido no nos va a quedar otra que recordar un dicho que estuvo de moda en Alemania en el invierno de 1945: "disfruta la guerra, la paz será mucho peor", disfrutemos la crisis actual porque su desenlace puede ser apocalíptico. JOAQUIN OSUNA COSTA Agente de Cambio y Bolsa Notario Junio de 2012
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