NO FUE POSIBLE LA PAZ

  José-Javier Cuevas Castaño, Notario de Barcelona
 

Aquí yace media España; 

murió de la otra media.

                                                     Mariano-José de Larra

Antes de las últimas elecciones para la renovación de las juntas directivas de todos los colegios notariales, algunos teníamos la esperanza de que servirían para recomponer la unidad interna del notariado y para alcanzar un nivel de consenso con los registradores de la propiedad y mercantiles que permitiese el mantenimiento y mejora del actual sistema de seguridad jurídica preventiva, del que unos y otros nos sentimos merecida y razonablemente satisfechos.

Pensábamos que esa deseable unidad no puede construirse sobre la base de un pensamiento único, sino que debe ser compatible con las diversas sensibilidades que desde hace años vienen aflorando en el notariado, que en algunos colegios se confrontan en  procesos electorales, que se plasmaron en el movimiento asociativo y que resultan enriquecedoras cuando se trasladan a los órganos de gobierno corporativo, posibilitando un funcionamiento  colegiado,  participativo y democrático.

Pensábamos también que el pretendido nivel de consenso con los registradores de la propiedad y mercantiles no puede lograrse en un escenario de vencedores y vencidos, sino que debe ser fruto de acuerdos en  cuanto a los fundamentos de uno y otro oficio, alcanzando así un mínimo común múltiplo que permita recuperar la confianza recíproca y ahuyente los temores mutuos al fantasma del expansionismo, que en los últimos años ha conducido a buscar la supervivencia de cada Cuerpo a costa del otro.

Teníamos la esperanza de cerrar una etapa corporativa en la que nos habíamos sentido francamente incómodos. Por eso nos posicionamos enseguida (primero en las JORNADAS NOTARIALES DE BURGOS celebradas en Zaragoza, luego en la plataforma FUTURO NOTARIAL y finalmente en las elecciones catalanas) al lado de JOAN-CARLES OLLÉ, que se había lanzado al ruedo de la política corporativa con la bandera de la unidad interna y de las buenas relaciones externas. Con él hemos colaborado cuanto hemos podido y en él hemos encontrado siempre el rigor, la ilusión, el empuje, la claridad de ideas, la laboriosidad y la constancia que se necesitan, para convertir en realidades el programa electoral de su candidatura, tanto en el ámbito colegial como en el supracolegial, tanto si asumiese las mas altas responsabilidades dentro del Consejo, como si le correspondiese el ejercicio riguroso y atento de una labor de oposición firme, exigente y constructiva, para la que también está sobradamente preparado y en la que podrá seguir contando con cuantos vemos en la estrategia cainita de nuestra cúpula una incomprensible incitación al suicidio corporativo.

No es casual que en su Junta Directiva se hayan integrado sin reservas compañeros que en anteriores procesos electorales compitieron entre si. Tampoco lo es que en la primera reunión de su Junta Directiva y como proclama de transparencia, se declararán públicos sus acuerdos para todos los colegiados, salvo excepciones justificadísimas. Y tampoco lo ha sido que haya liderado, junto con el Decano Autonómico de los registradores catalanes, un movimiento de consenso entre ambos cuerpos, que se ha plasmado en unas BASES DEL SISTEMA ESPAÑOL DE SEGURIDAD JURÍDICA PREVENTIVA, punto de partida y elemento de debate y reflexión con el que notarios y registradores ejercientes en Cataluña pretendemos, simplemente, allanar el camino de una futura ley sobre la materia, colaborando lealmente con la Administración en el trazado de la tan traída y llevada hoja de ruta, con la que unos nos  encandilan y otros nos amenazan, y sobre la que todos se  preguntan y nadie nos informa.

Nuestras modestas y bienintencionadas pretensiones no han sido comprendidas por la mayor parte de los integrantes de la vieja y de la nueva cúpula notarial, que en esto no difieren demasiado. El documento, su impulsor y sus autores han suscitado, inmerecidamente,  escritos durísimos de rechazo o reprobación, difundidos a bombo y platillo con un despliegue de medios digno de mejor causa. Se ha situado el texto bajo el microscopio más cruel. Se le ha imputado, sin apoyo legal concreto, una inexistente extralimitación competencial. Se le ha juzgado con un rigor que muchos hubiéramos deseado para el inútil pero humillante párrafo cuarto del artículo 143 del Reglamento Notarial y se le ha censurado no ya por lo que dice, que también se retuerce y tergiversa, sino sobre todo por lo que, según tan exigentes analistas, debería decir, como si estuviésemos enjuiciando el contenido de un verdadero Tratado de Derecho Notarial.

Muchos de los que se rasgan hoy las vestiduras y tan injustamente ven en el nuevo decano de Cataluña un invasor de materias y territorios ajenos, olvidan que en tiempos muy cercanos fue otro decano de Cataluña el que, sin verse constreñido por el estrecho corsé competencial que  al actual se le pretende imponer, abortó la amenazante escisión de fe pública civil y fe pública mercantil, poniendo en marcha el proceso que culminó con la fusión de los Cuerpos de Notarios y Corredores de Comercio y que ese mismo decano, mediante acuerdos con entidades crediticias de ámbito nacional, introdujo en el cerrado santuario notarial  las nuevas tecnologías, que han ido desde aquel embrionario programa “enotario” hasta la actual, flamante y costosa, plataforma tecnológica del notariado español. La única diferencia entre ambos decanos está en que el de ahora –como hace cuatro años ocurriera con el de Madrid-  ha tenido la osadía de aspirar a la presidencia del Consejo General del Notariado, interfiriendo así el curso de una historia que hace tiempo está escrita.

 ¡Y eso, ahora, no toca!  

Barcelona, enero 2009    

Nota de la Redacción: artículo publicado en aplicación y con el alcance de los artículos 1, 3 y 6 del IDEARIO y del apartado primero de la línea editorial sobre publicación de artículos aprobada en la II Convención de NyR.