DE CÓMO MEJORAR LA CALIDAD DE LOS POLÍTICOS Y/O SUS VOTANTES -1 Daniel Iborra Fort, Notario de Vilafranca del Penedès (Barcelona)
1. CON UNA VISIÓN PRÁCTICA DE LA POLÍTICA
Cuando analizamos el comportamiento de los ciudadanos ante la política, en un régimen democrático, vemos que, bastantes de ellos, no utilizan el pragmatismo que hacen servir en otras facetas del acontecer social. Esta falta de pragmatismo, creo que se agudiza en las sociedades con una alta tradición religiosa. En ellas, muchos ciudadanos, vuelcan su filosofía religiosa en la política y transmiten su posición dogmática espiritual a su comportamiento político, y esto, creo, no es bueno para la estabilidad y el progreso social de un país. Por una parte, radicaliza las posiciones, al infundirlas de un cierto fanatismo para hacer un examen objetivo de la situación real de la sociedad, de sus problemas y soluciones y convierte a los ciudadanos en fieles seguidores de una nueva clase sacerdotal, la política. Si esta actitud se generaliza, la soberanía, que debería estar en el pueblo, pasaría a ser monopolizada por la clase política, privando a los ciudadanos, convertidos en ingentes rebaños de fieles, de su libertad de acción y decisión, propia del sistema democrático. Creo que el comportamiento de los ciudadanos ante la política, en un régimen democrático, debería ser el mismo que mantienen en la vida social y económica, fundamentalmente pragmático, mirando en su vida particular como se concreta el acontecer político. En la vida normal, ante un producto que analizamos para nuestro uso nos fijamos más en las cualidades y en el precio del mismo, que en la propaganda e imagen de los productores, de esa manera, en la vida económica, van seleccionándose los productos que ofrecen una mejor relación precio calidad y van siendo eliminados los productos que a pesar de una propaganda deslumbrante, de principio, luego defraudan en su utilización. Si en la vida política, como hemos dicho, nos comportamos pragmáticamente, la valoración de una opción política la haríamos después de comprobar los efectos que produce en la sociedad y en cada uno de nosotros en relación con el coste que nos representa De esta manera, recibiríamos con escepticismo la publicidad política hasta que no viéramos concretadas, en nuestro entorno, sus sugerentes propuestas, en los temas que nos interesan y conocemos: progreso económico, libertad personal en todos los campos, seguridad personal y colectiva, servicios públicos....justicia, salud, enseñanza, seguridad social. De esta manera, el vocabulario que se utiliza en política, tendría otro significado, más real. En efecto, los términos reaccionarios o progresista aplicados a una medida, a un programa o a un sistema político, quedarían corregidos de esta manera: es progresista o reaccionaria una medida o un programa, en la medida que al aplicarse beneficia al bienestar espiritual y material del pueblo, con independencia de lo que se diga en su presentación, y es progresista o reaccionario un sistema político en la medida que con relación a otros sistemas políticos ofrezca o no a su pueblo unas mayores cuotas de nivel económico y satisfacción espiritual. Si nos comportáramos de esta manera los ciudadanos en la vida política, los partidos competirían en hechos, en progreso social y no en publicidad y en oratoria, al comprobar el escepticismo de los votantes y el espíritu crítico de éstos ante los resultados negativos. De este modo, la soberanía la recuperaríamos los ciudadanos y convertiríamos a los políticos, de pastores espirituales, en eficaces gestores de nuestros intereses, con el consiguiente progreso para el pueblo, que mantiene económicamente el sistema democrático y la consiguiente estabilidad del mismo, al acreditarse definitivamente en la sociedad, sin riesgo alguno.
MANRESA, 2 de mayo de 1.984
DANIEL IBORRA FORT
*Texto incluido en el ambicioso libro DE CÓMO SE PUEDE RESOLVER LA CRISIS ECONÓMICA, EL PARO, LA CORRUPCIÓN POLÍTICA Y TENER UNA DEMOCRACIA EFICIENTE, LEYENDO UN PEQUEÑO LIBRO (2.009)
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