Lo que se nos vende como corrupción es la captación de caudales públicos en beneficio propio por parte de funcionarios o autoridades, o el tráfico de influencias para derivar los nombramientos o la ejecución o concesión de trabajos a favor de personas físicas o jurídicas menos cualificadas que otras que también lo solicitaron o adjudicándolos por precio superior o en peores condiciones de las que hubieran sido lógicas de no mediar dicha mediación dolosa. Bendito sea el momento en que esa corrupción desaparezca, sería un hito en la historia de España, pero, francamente, tampoco íbamos a mejorar mucho, veríamos entre rejas a personas antes poderosas y eso gusta mucho, el morbo nacional se vería servido y la telebasura seguiría creciendo y en el mejor de los casos se abaratarían las obras públicas en un 5%. Bienvenido sea, pero así tampoco saldríamos de pobres. Porque tenemos tanta tradición desde la picaresca, estamos todos tan corruptos, que nos hemos olvidado de lo que significa la misma palabra corrupción. La Define el diccionario de la RAE, en cuanto se refiere a organizaciones, especialmente las públicas, como "práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores", sabia definición --no podía ser menos viniendo de donde viene-- , que engloba muchos más supuestos que los contemplados en el encabezamiento. Porque hay muchas formas de utilizar en beneficio propio de las instituciones y/o de sus gestores los recursos que deberían estar destinados al bien común. En efecto, hay corrupción cuando alguien más o menos burdamente roba caudales públicos, pero también es corrupción crear, supongamos que vigilando los presupuestos, cosa que tampoco suele suceder, un servicio o instalación pública --polideportivo, palacio de congresos, ciudad del circo, etc.-- que nadie demanda ni va a usar, o abusar de la libre designación para poner al frente de algún organismo público a un perfecto incompetente, aunque honrado y buen padre de familia, sin más méritos para desempeñar su cargo que su afiliación a un Partido o central sindical. También es corrupción es que una ciudad de 160.000 habitantes tenga un Ayuntamiento con 1.800 empleados sin contar los cargos de asesor de libre designación. Corrupción es que en España haya más coches oficiales que en Estados Unidos. Corrupción es que a una persona que vende su casa por la mitad de lo que pagó por ella hace cinco años, se le liquide Impuesto Municipal de Plusvalía porque su Ayuntamiento entiende que los pisos en España no han bajado en los últimos tiempos. Corrupción es duplicar el tipo del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales para compensar en su recaudación el hecho de que se hayan reducido a la mitad el número de compraventas de inmuebles. Corrupción es eliminar el factor corrector de la inflación a la hora de calcular plusvalías en el Impuesto sobre la Renta. Corrupción es utilizar la educación para adoctrinar más que para formar, llegando incluso a falsear nuestra historia. Corrupción es mantener un Senado absolutamente inútil para utilizarlo como cementerio de políticos acabados. Corrupción es que sean los propios grupos parlamentarios en el Congreso los que autoricen o no, discrecionalmente, el pago de los gastos de viajes que libérrimamente lleven a cabo nuestros Padres de la Patria. Corrupción es que los mismos diputados que aprobaron la rebaja de sueldos de los funcionarios y, aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid, también la de los aranceles notariales y registrales, aprobase UNÁNIMEMENTE que esa rebaja no debería aplicarse a sus propias retribuciones. Corrupción es que no sepamos cuántos préstamos concedidos por Bancos y extintas Cajas de Ahorros a los Partidos políticos no hayan sido pagados ni siquiera reclamados. Corrupción es cambiar las reglas de juego a mitad de partido condenando a la indigencia a proyectos empresariales de largo período de maduración como son las compañías de energías renovables. Corrupción es sectorizar fiscalmente la Economía Española estableciendo disparidades entre diferentes Comunidades Autónomas que no hacen sino crear agravios comparativos. Corrupción es que en estos últimos años, en los que los funcionarios han visto reducidos sus salarios y en los que las empresas han debido efectuar ajustes de caballo que han implicado la inmensa destrucción de puestos de trabajo que padecemos, el sector político no haya hecho sino crecer en número y prebendas, aunque eso es más bien una sospecha porque no existe una clara estadística de cuántas personas cobran algo por el simple hecho de ser políticos, se habla de 400.000 para una población activa de 17,5 millones, pero su número exacto parece ser un secreto casi oficial. Corrupción es mantener un número inmenso de empresas públicas, con pérdidas año tras año y sin más finalidad aparente que la de dar empleo a quienes las hunden con sus retribuciones, pero que gozan de una financiación ilimitada o, lo que es peor de subvenciones continuas. Corrupción es destinar los recursos financieros a la compra de Deuda Pública, privando de los mismos a la empresa privada. Corrupción es contemplar una Justicia que usa diferentes varas de medir según quien sea el encausado, consecuencia de un Poder, el Judicial, que dejó de serlo en cuanto sus órganos rectores se politizaron. Corrupción es no haber detectado a ningún corrupto en el seno de su Propio partido o Sindicato e incluso costearle los gastos de su defensa jurídica. Corrupción es prostituir la independencia de las Centrales Sindicales convirtiéndolas en correa de transmisión de Partidos. Corrupción es financiar con fondos públicos a Partidos Políticos, Sindicatos y Asociaciones Patronales, que agradecen el detalle con el mayor de los oscurantismos en su presentación de cuentas y en su lenta e ineficaz auditoría por el Tribunal de Cuentas. Corrupción es mantener un elevadísimo número de aforados, ninguno de los cuales ha renunciado nunca a ese privilegio, poniendo de manifiesto así, por si había dudas, que la Justicia no es igual para todos. Corrupción es hacer frente por la Hacienda Estatal a la amortización de Deuda emitida por Comunidades Autónomas sin el aval del Estado, aunque eso, además, es estupidez, porque si se hubiera emitido con ese aval se hubiera colocado a mejores precios y quizás no hubiera sido necesario su rescate. Corrupción es haber copado con políticos o sindicalistas los cargos directivos de las Cajas de Ahorro, sin la más mínima formación para ello, utilizándolas en beneficio propio mientras las Entidades Supervisoras miraban hacia otro lado. Corrupción es intervenir a cencerros tapados en los nombramientos de la alta dirección de las empresas privadas, en especial si son periodísticas. Corrupción es ayudar o no económicamente a empresas en crisis según cuáles sean sus relaciones con el Poder. En definitiva, resumiendo, corrupción son dos cosas: 1. Corrupción económica es hacer las cuentas al revés, buscando ingresos para cubrir unos gastos que, nadie sabe por qué, deben ser inalterables, es decir ir camino de un sistema fiscal basado en el principio de suficiencia por encima del de justicia. 2. Corrupción social es odiar e impedir la existencia de un tejido social fuerte, de una sociedad civil estructurada y de unos cuerpos de la Administración independientes, capaces, todos ellos, de hacer frente a los déspotas. Y esas dos se pueden volver a resumir en una, la corrupción sistémica, actuar sin aplicar, sin conocer diría yo, la norma de que en la obtención y gasto de los fondos públicos, todo lo que no sea Justicia, Control y Austeridad es Corrupción. Su coste es tan enorme que hace que la corrupción que sí parece que se va a empezar a combatir, sea el chocolate del loro. Nuestro problema no es que tengamos personas corruptas en cargos públicos, es que estamos inmersos en un sistema corrupto y esa corrupción institucional no se combate, ni siquiera se la menciona, se acepta, nos hemos acostumbrado a vivir con ella, y así nos va. Joaquín Osuna Costa Agente de Cambio y Bolsa Notario Noviembre 2014
Artículo publicado el 26 de octubre de 2014.
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